La Vega. – Desde la tierna edad de 7 años, Fantino Payano Aybar, quien hoy cuenta con 48, tuvo muy claro a lo que quería dedicarse.

Este humilde trabajador residente en el sector Villa Rosa de la ciudad de La Vega, supo desde aquel entonces que su destino era ser un bombero forestal.

El responsable de que Fantino descubriera su oficio a tan corta edad fue su padre, quien también se dedicaba a esta actividad.

Siendo aún muy niños, él y sus hermanos solían acompañarlo a sofocar incendios que afectaban lomas o montañas; eso sí, su padre sólo permitía que sus hijos estuvieran presentes, cuando el siniestro no era de mucha intensidad y por ende, no representaba un riesgo para su salud o integridad física.

En aquel tiempo la ayuda que prestaban consistía en cargar galones con agua para verterla sobre el fuego.

Fue así que siendo un pequeño, este héroe anónimo, junto con sus siete hermanos, fue adquiriendo conciencia en cuanto a la importancia que reviste la protección de los recursos naturales y la biodiversidad.

Constantemente le insistía a su progenitor que quería seguir sus pasos y este se comprometió a ayudarlo para que su anhelo se transformara en una realidad.

En 1995 Fantino Payano cumple su sueño, convirtiéndose de manera oficial en bombero forestal.

Antes y después de esa fecha sus hermanos tomaron la misma trayectoria, por lo que en su caso, este oficio se ha convertido en un asunto de familia.

Para que no quede la menor duda de que esto es así, cinco sobrinos de Fantino son también bomberos forestales.

Tras más de 25 años dedicándose a esta tarea, su pasión por ejercerla y por la defensa del medio ambiente no ha hecho más que incrementarse.

“Esa es la forma de nosotros ser, donde quiera que hay un humito, allá usted nos ve buscando donde es que está para nosotros ir, de una vez convoco al grupo y nos vamos todos para allá”.

Durante su ejercicio como bomberos forestales, los Payano se han enfrentado a situaciones de peligro.

Uno de estos momentos ocurrió cuando combatían las llamas que consumían una loma de Constanza.

Él, sus hermanos y los demás bomberos forestales que les acompañan habían decidido acampar en un espacio con el objetivo de pasar la noche, recuperar fuerzas y al otro día continuar con su labor de controlar el siniestro.

Sin embargo, el fuego avanzó de forma acelerada y casi no viven para contarlo.

“O sea que si nos quedábamos ahí hubiésemos sido chicharrones todos” dice Fantino con su lenguaje de hombre de campo.

El riesgo que conlleva el oficio no representa un obstáculo para ellos. Al contrario, no hace más que reafirmar su compromiso con la defensa del medio ambiente y por esta causa, los bomberos forestales no se detienen ni retroceden hasta alcanzar su objetivo; sofocar cualquier fuego que ponga en peligro los recursos naturales en cualquier punto del territorio nacional y más allá, de ser necesario.

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