Flora
República Dominicana, con una superficie de 48,198 km², tiene una alta diversidad florística si la comparamos con otros territorios de extensión similar. Esto se debe a la gran diversidad de ambientes y diferencias altitudinales, que van desde la Isla Cabritos en la región Suroeste, a unos 44 metros bajo el nivel del mar, hasta el Pico Duarte, a unos 3,175 metros sobre el nivel del mar (msnm), el de mayor altitud de las Antillas.
Los tipos de vegetación varían desde el bosque seco espinoso hasta el bosque nublado, pasando por bosques xeromorfos sobre sustrato de rocas ultramáficas, humedales, bosques latifoliados húmedos, pinares, etcétera.
La diversidad ecológica de la Isla Española se refleja en su riqueza florística, publicada por Alain Liogier (1978), la cual superaba las 5,600 especies de plantas vasculares, cuyo inventario de flora endémica para ese mismo año era de 1,800 especies.
Actualmente, como resultado de las exploraciones y estudios realizados por técnicos del Jardín Botánico Nacional en los últimos
30 años se ha incrementado el número de especies, con reportes y descripciones de nuevas especies para la ciencia, llegando a 6,000, de las cuales 2,050 son endémicas. Muchas de estas especies tienen distribución muy restringida y crecen en ambientes muy especiales.
La Sierra de Bahoruco es el lugar donde existe la mayor proporción de especies endémicas debido al aislamiento a que estuvo sometida por un canal marino durante un largo período geológico, razón por la que esta zona también presenta el mayor número de especies en peligro de extinción.
Otras zonas o regiones que albergan un alto número de especies endémicas son: Barbacoa-Casabito, Sierra de Neiba, Península de Samaná y la región de Los Haitises.
Varios factores asociados a actividades antrópicas han provocado la destrucción, fragmentación o disección de los bosques, como el corte de madera preciosa, el establecimiento de plantaciones de caña de azúcar, arroz, café, cacao y otros rubros en laderas y zonas montañosas, producción de carbón, expansión urbana, construcciones viales, y complejos turísticos.
Debido a estos factores, se han reducido drásticamente las poblaciones de cientos de especies, colocándose varias de ellas en condiciones de peligro de extinción.
Muchas de las especies amenazadas tienen un gran valor ecológico o de equilibrio de la naturaleza, económico y sociocultural, como son: maderables, medicinales, para artesanía, ceremoniales o mágico-religiosas, ornamentales, melíferas y forrajeras, entre otros usos.
Entre las especies en peligro crítico se destacan: Pereskia quisqueyana Alain, declarada recientemente como “Flor Nacional”;Eugenia yumana Alain. Y otras de más reciente descubrimiento para la ciencia, como: Salcedoa mirabaliarum F. Jiménez R. & L. Katinas; Rhytidophyllum daisyanum F. Jiménez R. & T. Zanoni; Cojoba bahorucensis Grimes & R. García y Cojoba samanensis R. García & B. Peguero.